Arde la madera
asciende, lengüetea
llama enrojecida por mi anhelo
placenta vegetal que el corazón ha puesto
-no sólo mis manos-
sobre mínima pavesa ahogada por ceniza
barro seco de recuerdos.
El sillón me acoge frente a la llama
y el crepitar se funde
con el tictac de mi cerebro.
Sube
chorro anaranjado
que quiero darte fuerza
con el soplo de mi cuerpo yerto.
Una respiración pequeña adivino
entre juguetes quietos
y dejo ya de preguntarme si mañana
si quizá.
Para él es hermoso el universo
y cada día es nuevo
y tantas cosas que no sabe.
Llama
sigue enrojeciendo mi frío viejo
hasta que tu baile frente a mí
derrita este yelo que tengo dentro.
Los tiros suenan
y resuenan los pasos en caminos negros.
Los juguetes jugarán mañana.
Llama
ordena en mi cerebro.
Hermosa figura «el soplo de mi cuerpo yerto»
se llega a «la figura» por camino muy determinado