III- INTERLUDIO
La saeta
Quién me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno? (Popular)
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía
y que es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar,
no puedo cantar, ni quiero,
a ese Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar!
Antonio Machado 1.875-1.939. Huido a Francia “ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar.”
Qué tal, don Antonio. Pues, recientemente nos hemos enterado de que tiene su importancia el color de los zapatos que calza un Papa. Si son rojos. Si son negros. Joshua bar Josef, Jesús hijo de José tendría, como mucho, alpargatas para los días de fiesta. Verdad, don Antonio.
Si yo creía que ya El Vaticano no iba a sorprenderme más, han quedado colgados de mi estupor unos zapatos de becerro nonato. Exclusivos. Rojos. Unos zapatos rojos de piel. Zapatos de Papa.
Además, son de un rojo de llama. De fuego del infierno. Como las ropas que visten. Muy bueno el comentario.