NECROLÓGICA
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Tú nunca entenderás lo que te quiero/porque duermes en mí y estás dormido./ Yo te oculto llorando, perseguido/ por una voz de penetrante acero.
Norma que agita igual carne y lucero/ traspasa ya mi pecho dolorido/ y las turbias palabras han mordido/ las alas de tu espíritu severo.
Grupo de gente salta en los jardines/ esperando tu cuerpo y mi agonía/ en caballos de luz y verdes crines.
Pero sigue durmiendo, vida mía./ ¡Oye mi sangre rota en los violines!/ ¡Mira que nos acechan todavía!
FGL
“… Aquella madrugada salí de la comisaría a las tres y cuarto por ahí y me encontré con que de pronto me llamaron por mi nombre. Me vuelvo: “¡Federico!” Me echó un brazo por encima. Iba con la mano derecha cogida de unas esposas con un maestro de la Zubia con el pelo blanco. Iba con guardias y falangistas….” (La Calumnia. Félix GRANDE)
Federico García Lorca fue un hombre bueno. Es decir, un ser humano en el más pleno sentido del concepto.
García Lorca está en su paraíso y en su obra